La adolescencia es un periodo de grandes cambios que, en muchos casos, supone una etapa de crisis. El adolescente debe reducir su dependencia psicológica parental para la regulación de su autoestima, la gestión de su conducta y de sus relaciones. Necesita establecer un sentido claro de su identidad y de su sistema de valores.
Aunque la adolescencia es la época en la que suele manifestarse el TLP, no siempre resulta fácil detectarlo ni diferenciarlo de comportamientos típicos de la crisis de la adolescencia porque tiene muchos elementos en común: ansiedad y depresión, conflictos familiares, conducta rebelde, conflictos con la identidad y la sexualidad.
Puede existir el riesgo de que exista un trastorno límite de la personalidad si se observan las siguientes alteraciones de manera intensa y prolongada en las siguientes áreas:
- Afectiva: desregulación emocional, inestabilidad afectiva y sentimientos crónicos de vacío.
- Cognitiva: alteración de la identidad, desconfianza excesiva.
- Conductual: impulsividad, conductas autodestructivas, autolesiones, ideación o tentativas de suicidio.
- Interpersonal: relaciones inestables e intensas, interrupción de los vínculos, temores irreales de ser abandonados.
La detección precoz es fundamental para mejorar el pronóstico y ayudar a desarrollar una calidad de vida más saludable y satisfactoria.